Una Provicalaverita

Caminaba Lupita algo pensativa,
no hallaba consuelo ni alternativa;
su altar estaba triste, sin luz ni canto,
y en su corazón cargaba quebranto. 

Se le apareció la flaca, de mirada brillante,
no con un susto, sino con aire elegante:
“Veo que los gastos no te dejan celebrar,
y a tu ofrenda le hace falta color y lugar”.

Lupita sorprendida le respondió:
“Ganas tengo de a mis muertos recordar,
más con tanto pendiente no sé cómo lograr
que mi altar reluzca como debe brillar”.

La huesuda entonces, con sonrisa,
le dio una idea luminosa y precisa:
“Con Provident, si pones altar,
la tranquilidad pronto vas a encontrar”.

Así en un instante con el consejo que dio,
a la tumba las deudas Lupita llevó.
Al otro día, con alegría y fe,
Lupita puso su altar como debe ser.

La muerte pasó y exclamó satisfecha:
“¡Esta es la ofrenda que un alma aprovecha!”.
Y entre vivos y recuerdos, en gran compañía,
se celebró la noche llena de alegría.

Pero no sin antes agradecer
por ser parte de la comunidad lectora de Provident.

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22 oct. 2025 11:00